miércoles, 22 de enero de 2014


Me alegra decir que todavía tengo unas cuantas libras en el banco y mi propio talonario de cheques. Este gran avance en dignidad lo hice en otoño.

Leo  fragmentos del diario de Virginia. Leo a Virginia  para verla por una pequeña ventana y así poder decir sus palabras dándole la mano, o sintiendo que me observa desde el final del pasillo, un pasillo largo, adornado de años y sucesos, todos los que nos separan. A veces me gustaría comentarle alguna cosa, leerle la frase de un libro, mira lo que dicen de ti, le diría, mira lo que aún ocurre, le contaría.
Virginia me habla hoy de la inutilidad de todas las cosas, y yo asiento, desde el frio de este otoño que  con un viento airado y violento está llamando a gritos al invierno. La inutilidad de todas las cosas.
Aun así he continuado leyendo, y me he topado con esta Virginia que está terminando Orlando, arrastrando su genio y su cabeza llena de pájaros y árboles que son como palabras por el final de ese libro extraordinario. Alguien le dijo a Virginia que en diez años nadie leería sus libros. Miro Orlando en mi estantería, sonrío. Virginia sonríe.
Vagabundea Virginia por el final de Orlando y por el principio de sus conferencias sobre mujeres y literatura, ahora que tiene mi edad
Me siento precavida, como una persona pobre, ahora que tengo 46 años.
Y Virginia vive, escribe y se ve con sus amigos. Y sueña. Virginia se pone triste.  Virginia escribe artículos para ganar 25 libras y mantener su gran avance en dignidad.
Hay una entrada en este diario que leo con frecuencia:

Gracias a Dios, mi largo y penoso trabajo en la conferencia sobre mujeres ha concluido ya. Acabo de volver de hablar en Girton, mientras llovía a cántaros. Mujeres jóvenes hambrientas pero valerosas, ésa es mi impresión. Inteligentes, interesadas, pobres; y destinadas a convertirse en maestras de escuela por docenas. Les dije suavemente que bebieran vino y que tuvieran una habitación propia.

Como a Virginia, me acosan llamadas, y servidumbres. Las pequeñas piedras de lo cotidiano se meten en mi zapato y me impiden caminar por su diario. Debo salir al día y a la prisa, a buscar mi propio avance en dignidad.
Virginia viene conmigo.

1 comentario:

  1. Bello escrito.Me he sentido identificada. ''Con la cabeza llena de pájaros y árboles''

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